mimos

Son tus abrazos. No es un abrazo, son tus abrazos. Tus brazos cruzan de lado a lado los costados de mi cuerpo, infantilmente una arma a matar andar entre los poros de mi espalda. Me encanta cuando haces que me meces en tu pecho. Es inevitable no sentir el estómago blandito y sentir escalofríos por todo el cuerpo por las ganas infinitas de cuidarte. Es una cola de abrazos y besos que voy atando a nudos pequeños y fuertes. Conmigo no debes esforzarte tanto; tu mirada me vale por la luna, tu respiración en mis mejillas por una playa y tus cosquillas debajo de mis costillas por cualquier tesoro. Es sentirse seguro entre risas y el escándalo de mi garganta porque repitas una y otra vez esas bromas inesperadas. Contigo el latir puede andar a pasos lentos pero puede correr a pasos largos también; tu voz tranquiliza el baile en mis orejas y tus manos compensan cualquier desequilibrio. Me rindo; te convido a mimarte por muchas horas, por el tiempo que necesites, por siempre. Hay cosas que nadie puede decir por nosotros...

No hay comentarios:

Publicar un comentario