mensaje virtual

Probablemente no sepas que no te estaba buscando, casi seguro, y que me he encontrado por unos días con alguien en común que ha hecho que pedir amistad en cualquier red social haya pasado de moda y reste contactar por números, pares e impares, llámalos a tu antojo, porque hoy día es el pase a vincularse fácilmente. Aunque contigo no ha sido fácil. Porque tampoco entendería porqué habría que complicarse. Te hablé con una línea poco creativa, te disparé humor, recargaste con risas, te quise matar sin frases insolentes, y me mataste con tu mentalidad... Me costó saber que hay desgastes que no se manejan con nada; saber que te pueden pasar cosas con alguien y que el problema sea que no sucedan; saber que la felicidad sea lo más parecido al agradecimiento y el intento de un beso; saber que nadie es tan bueno como dice y saber que escuchar tu voz podía causar tanto entusiasmo que fui tan zarpada de decirte que me quisiera aferrar a ella.
Te vi bailando, sin hacer de mirada fija porque te disfrutaba por la cordialidad del que coleccionaba el momento, pareciese que hubiera sido más de reojo y bastó para destruirme con un poco de soltura.
Si hay que hablar de campos minados tu cuerpo es uno y si hay que hablar de faroles tus ojos sobresalen, porque son lugares donde estallan pompas de jabón y donde se iluminan los pasillos. Me dieron ganas de decirte que tu rostro era más hermoso que la cara de indisposición de tu sobrina un día de reyes. Para dimensionar la gravedad de mis ganas, me apetecía conversar contigo de la primera guerra mundial a que irme de vacaciones. Ese día me la pasé de broma en broma, no podía interpretar expresiones de asombro ni preguntas básicas, me preguntaban cómo estaba y apenas sonreía. Sí, apenas sonreía, como lo haces tú, a pesar de dar tu mejor sonrisa.
Entre unas entradas para un evento musical, la foto de Wolverine, unos quesos y la llegada a Montreal hicimos conversación, dándose cuenta hasta el universo que yo había cambiado mucho, y no del todo, pero sí tanto. Me encontraba consumiendo sin interrupciones tus gustos, culturales, artísticos, virtuales, sofisticados, y hasta tu silencio, queriendo ser deseo y que me pidieses; me encontraba consumiendo tus imprevistos, y a pesar de ser un problema ajeno estaba atenta y dispuesta porque me contabas lo que pasaba y te pasaba.
Ayer ha sido un día más, puede que esta noche no duerma largo, por inquietud y curiosidad, pero el once de este mes no lo fue, me enteré que te gustó el puño de bambúes dispersos y a mí me hizo ilusión. Quizás entonces yo prefiera pasar de visto por un rato para calmar la linda ansiedad. O quizás descanse tendida y despierte mañana sabiendo que es un buen día porque me has echado de menos.

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