imitaciones

He bajado la guardia y he aprendido nuevamente a estar conmigo misma. El verano me está pasando factura, así que no sé si cuando llegue el otoño podré pagar por el resto del año. Y es que desde ciertas fechas de otoño no necesito nada más. La certeza de saber que ahora ya no sientes por mí me despeina las neuronas pero mi intención de seguir reinventando la libertad sigue transformándose. ‘Hago pájaros de barro y los echo a volar’. Sabes que transpiro libertad y que, por ende, no tuve opción que encaminarte a lo mismo. Estoy a un paso de volver a salir de tu vida, como todos los días; me haces sentir lo diminuto y grande que soy, y debo admitir que me vuelve loca tu comprensión incondicional. Sé que me lees y por eso te comparto que no existe nadie con quien haya sentido más la piel; dormí en el cielo y nadie me cree. Eres mi otro yo. Mi cómplice perfecto. Tu ternura me desarmó y mi desasosiego interior desapareció con tu dulzura; cualquier otro bombón es una imitación. Me hiciste rozar el cielo con mis dedos pero contigo. Es amor y tiene algo más que no he sentido antes. Después de decir eso, déjame guiñarte un ojo. Tu sensualidad me enamoró. Me hamacaste con tu tranquilidad. Y si no tuve qué responder cuando tenías la razón, el sonido de uno de mis besos era la solución y listo. Me despido sin salidas, sin que te des cuenta, pero ya sabes, cualquier otro bombón es una imitación.
FlickR Monica Camponovo