soltar las velas

El sol se acostará por última vez este año en unos días y así que con él debe irse todo lo innecesario. Este próximo año voy a dejar que las cosas fluyan, dejar de dar por sentado; es momento de soltar las velas, abrirlas al viento y dejar que me arrastre. Hay que distraerse, sentir el océano entre los dedos, la brisa andando de prisa y la espuma en el borde de los labios de la playa. Espero que el destino sea tocar un corazón más pequeño para llenarlo de sentimientos más grandes; no he perdido el juicio, es que siempre he creído en el amor, ese que es de cuerpo entero. Sé que estará tu mar de amores navegando entre mis venas y la ausencia echándote más de menos. También sé que el corazón esperará a que intentes resucitarme al último suspiro con una llamada, aunque parezca que ya nada te conmueve ni te mueve. Hay que vivir, hay que gritar, hay que amar, porque no sabes cuando la vida te va a joder a ti. Y contaré nuevas historias escondidas entre mis letras, llenas de recuerdos y también de experiencias frescas; al corazón es difícil convencerle de esto, pero hay que intentar ver las cosas que merecen la pena.
FlickR Héctor Mota Portes

columpio

Existe un columpio de besos entre nuestros cuerpos que tiembla al pasarnos una canción desde el primer segundo hasta el minuto tres con cuarenta y uno sin despegarnos. Fue un propósito cumplido haberte cantado mientras nuestras cachas se rozaban sin timidez.
Existe lo sublime y lo real al verte hablar a dos centímetros de mis ojos, con tu boca de perfil y el tono de tu voz corriendo por los pasillos de mi canal auditivo, hamacando mi sueño y mermando mi bendición.
Así fue que finalmente cupo en mis entendimientos que el día empieza dos veces cuando duermes debajo de las sábanas con una de tus piernas encima de mi vientre.
Existe el amor y el sexo, pero pocos saben que existe el saludo matutino cargado de una antesala personal; hay un dictamen celestial que se rompe en mis caderas y se cose en tu pecho.
Y yo relato el hechizo que nos deshila y aún haciéndolo nadie podrá colarse en nuestros secretos.
Tu peso sobre mi cuerpo, tu mirada tan llena de todo que se pierde en el blanco y luego salta al vacío, tus manos enlazadas a mi vida, tu calor dándome la temperatura que necesita mi piel y yo sacando más de ti... Existes tú y luego el mundo.

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sombreros, sombrillas

A veces hay que desintegrarse para caer en cuenta de que los sombreros protegen verdades y las sombrillas cubren los corazones para no mojarse con los miedos. Pero acá lo importante es que sabes que poner mis manos en tus caderas es un volcán y que si lo compaginas con dos abrazos termino titilando en tu barbilla. Saberte feliz es querer entrar por tus puntas nasales e instalarme en tus pulmones para inflarte el pecho de amor y sonrisas.
Tú, desde que te enteraste que el horóscopo ha dicho que mi día de la semana es el martes, haces magia con tus dedos convirtiendo cualquier día en mi jornada favorita. Y yo no hago otra cosa que escribirte una nota más, una que a lo mejor guardes en un lugar distinto, quizás menos valioso pero más acogedor, con el propósito de colarme en un nuevo sitio donde luego me vuelvas a encontrar.
Me has dejado tu sombra pisando mis huellas; no me despego de tu silueta y desde entonces me inspiras sin pudor.
Hoy quiero entregarte mi sombrero.
Hoy quiero regalarte mi sombrilla.

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jamás por ahora

No vale apurar nada contigo porque ni el destino ni la suerte se han echado; es mejor seguir cosiéndome a tus pestañas y permitirte colgar de cada uno de mis lunares una de tus virtudes. Me asombra todo lo que entregas cuando estás conmigo; no sé cómo describirlo y tampoco sé cómo remunerártelo. Sé que puedo ser uno de tus pendientes que llevas a todas partes o la sombra de una osa menor en una de tus mejillas con tal de no despegarme de tus ilusiones. Y sé que te dejaría utilizar mi piel de papel para descargar tus emociones.
He descubierto que acariciar cualquier parte de tu cuerpo viéndote a los ojos es un pasaje secreto que lleva a la misma sensación del poder del primer abrazo.
He valorado que lo más emocionante es quedarse con tu corazón y sus palpitos a flor de piel. Es desde una inspiración, una pasada, un escándalo de vivencias, hasta una pizarra llena de dibujos con tizas de colores.
He desenmascarado tu perfil, he roto tus desequilibrios y he reconstruido tus sentimientos, pero jamás he alterado tu personalidad. Jamás por ahora.
Me cargo el mundo a los hombros y todos sus problemas con la esperanza de seguir deslizando tan solo uno de mis dedos por la silueta de tu cara.

FlickR Héctor Mota Portes

la enormidad de las pequeñas cosas

La sensación de querer jugar con tus manos, de ganarle a tu fuerza, de tumbarte al suelo, de hacerte cosquillas y pierdas la paciencia de tanta risa...
La emoción de verte sonreír, de compartir sandeces, de desestresarte el agobio y quebrarte con susurros...
La simplicidad de saber que el alma contigo se escapa en un gemido y vuelve a su cuna en un suspiro...
La felicidad de desnudar mi calma, desenvolver mi tranquilidad y destapar mi serenidad cada vez que me desvistes con tus ojos...
La enormidad de las pequeñas cosas; retozar con espacio, en libertad, y dormir en tu pecho para asegurar que al despertar las nubes andarán entre mis dedos...

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