fuego

Te escribía cartas prácticamente a diario durante el último mes para no partir(me); me estaba sacando todo día a día, pero me invadió una rara sensación de que me estaba quedando sin nada. Por un lado, es lo mejor que me puede pasar para olvidarte o, simplemente, para abrirme a una nueva historia; por otro lado, no quiero que me dejes un vacío. Lo he pensado incansablemente y he tenido la intención de quemar a puro fuego esa fuerza de voluntad; no sé si te estoy haciendo daño y prefiero cortarlo. Además, escribir(te) parece que dejó de ser una solución desde hace un semestre. Lo peor es no saber si te hace falta o no. Hay días que todo se ve con calma, otros en que la preocupación del recuerdo agita y mis ojos lo transmiten, sale todo desde el fondo, echando de menos decirte a la cara que quiero un beso y necesito un abrazo. Esto lo gané yo, no es divertido ni mucho menos simple, pero sé que puedo cargar con más que tú y el tiempo me ha dado la razón, por eso lo llevo a lomos, sin quejas. Sin quejas porque esta historia en su momento fue fabulosa, un tesoro, un cumpleaños, en la que reproducir sus escenas es un espectáculo. Ahora lo transcribo, para darme cuenta de todo lo que se queda sin respuesta, del tiempo que pasa, de los problemas que desato, de los consejos que no sigo, pero es tan natural, en mí, en ti, sabernos qué decir y que por eso tú no lo dices y yo me refugio. No hay afán, no hay desgaste, es sólo la tenacidad de estos sentimientos.
FlickR

2 comentarios:

  1. Atajar el silencio no es fácil aunque así lo parezca. Créeme no es fácil.

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    1. http://www.youtube.com/watch?v=j-fWDrZSiZs

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