fortuna

Desde que conversé con tu mirada entendí que eventualmente mis caricias recorrerían tu silueta. Supongo que sabes que no era mi intención colarme entre tus sueños para convertirme en la debilidad de tus oídos. Supongo que la intimidad nos quedó pequeña cuando la intensidad de tus ganas me arrancó toda la existencia en un beso y lo desconocido te elevó a la altura de mi cuello. Supongo que has aprendido a admirar mi sonrisa en ese momento en que tengo la fortuna de tantear la temperatura de tu cuerpo. Supongo que no te has enterado que desarmarme es derribar mis barreras al pensar que tu afecto se perderá en el dulce intento de volver a regresar. Supongo que reconoces que la inmensidad florece en el cuidado y en el día a día. Supongo que cometí el error de abrazarte en un suspiro, porque no pretendía dejar una huella con mis manos en tu espalda. Pero los errores no se equivocan y la distancia no sabe medir meses, años o, simplemente, nada. Supongo que aplacar el miedo conlleva perderse en cada centímetro en donde mis dedos se atreven a recorrer tu rostro mientras tiemblas sin ser consciente que es sinónimo de amor. Supongo que el amor no esperaba encontrarse con mi querer tan pronto de nuevo, porque yo no me propuse buscarlo, estaba ahí, en el centro de tu pecho y en el ombligo de mis circunstancias. Supongo que volver a suponer es asegurar que siempre te voy a querer bien y bonito.
FlickR de Ángela Mihura de la Rosa

No hay comentarios:

Publicar un comentario