mañana soy feliz

En enero pude descansar las palabras, pincelar el recuerdo, saber un poco más menos de ti y ahora febrero me deja combinar la ropa interior con las medias para dormir o la sonrisa con el peinado.
Ya sabemos que evitar escribirlo es ocultarlo y reprimirlo, así que prefiero admitir y aceptar cualquier sentimiento; que deseo cambiar un aviso de las redes sociales de que sigues con vida por un abrazo o una mirada. Eso, no más.
Hay un sendero sin puerta, da a un encuentro, a una guerra, a una mesa, a mis cartas y a todas tus fotos, y ya hay paz, hay vida nuevamente, hay locura; falta romper el silencio, pinchar el atrevimiento o pegarle a la suerte. Ya no me pareces predecible, ya no sé cómo funcionas y es mejor así, porque si no eres frágil para mí, tampoco para el mundo.
No he vuelto a encontrar una flor de servilleta, ni una voz en mi inspiración, ni un grito de placer por teléfono y tampoco unas pupilas donde quedarme, pero si un rascacielos que quisiera escalar, subir a mordidas. Mañana soy feliz. Ya verás.

FlickR

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