pendientes

Prefiero que no me miren a la cara, pero si se cruzan de frente con mi nostalgia les agradecería que la llevaran a un parque de atracciones; una montaña rusa de emociones no le vendría mal y un tiro al blanco que al atinar compense con abrazos, del tamaño de los tuyos, sería un gran regalo de inicio de año. Es que no quiero morir al mejor estilo tortuga de tantas corazas que le pongo al corazón.
Estoy a punto de barajar el orgullo, aparecerme en tus sueños, dejar los pendientes para otra ocasión y darle de nuevo a tu mundo mi sentido de la realidad. En muchas ocasiones pensé tener muy claro lo que es echar de menos; yo no dejo de pensarte y lo acompaño de suspiros constantemente... Es andar a ratos con una sensación de falta de aire prácticamente indescriptible y es añorar con todos los huesos de mi pequeña caja torácica darte un abrazo para no escaparme de ti. También es saber que el silencio no tiene nada que ver con olvidar y que escribir sirve para desenfundar de lo que está lleno el corazón.
No me miento, aun en la ausencia no estás ausente y en silencio también estás presente, pero sigo aparentando menos fracasos de los que he ganado. Deberíamos aprender a agregarle besos, miradas y caricias al mal tiempo; yo propongo los tuyos.
Y me importa un carajo el que no le vea alguna relación.

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