me moviste el piso

¿Te acuerdas cuando nos conocimos? Yo estaba tan nerviosa al saludarnos que me enredé dándonos los besos en la mejilla y, solamente, quedó reírnos. Jo-der, qué contenta. Yo quería tirarte fotos para creer lo que veía y tú no te dejabas, entonces me entraba más la vergüenza. Yo no sabía qué hacer; me dio con hablar de Dios, el clima y las pavadas, pero ni siquiera contigo. Yo a ti te respetaba aunque me encantaba mirarte sonreír por mis chorradas, a pesar de que no te pudiera ver los ojitos empapados de alegría a causa de tus lentes artísticos. Soy una mujer pero tengo un encanto de niña y no lo quiero perder; te miré como una niña cuando me agarraste el cuello. Y eso que yo no sabía que te iba a ver desde el día uno. ¿Te imaginas si lo hubiera sabido? Me daba con joderte, halarte, sacarte la lengua, picarte un ojito, buscarte entre la gente cuando te alejabas para que, de alguna forma u otra y aún sin estar frente a frente, después chocáramos las miradas y perderme en un momento de complicidad. Como cuando te agarré los dedos, fuerte, jugando con la guitarra y tus ojos se perdieron en mis pupilas y mis pupilas en tus ojos. Fue tan obvio que esquivaste naturalmente.
¿Por qué tenía los labios tan rojos? Quizá de tanto mordérmelos al pensar que no te volvería a ver más o de las ganas incontables de tratarte y guardarte donde nadie te toque. Porque yo a veces pienso que tu beso de despedida y tu abrazo playero (no sé de dónde salió esto último) solo me dejó ese tierno apetito de entibiarte por detrás y decirte al oído en un susurro perezosito algo bonito.
A veces quisiera haber tenido un poco más de experiencia. Tú no debiste esperar; yo no debí esperarte. Mejor no debió de ser así. Las cosas cambiaron. Casi rozas la perfección, casi. Algún defecto tenías que tener... Sí, no querer estar entre mis brazos.
Lo siento. No por ti, sino por mí. Yo no sé cómo, quizá porque una parte de mí sabe que soy una niña con un encanto de mujer, pero quería encantarte y, si tú lo permitías, enamorarte. Me moviste el piso; la vida desvaneció el resto.
Pero había algo... "algo". Jode que a veces la vida sea tan puta.

FlickR

No hay comentarios:

Publicar un comentario