sin margen de error

Su mirada es el postre eterno, sus ojos mi banda ancha al panorama, su boca es el dulce más exquisito, le doy la vuelta al mundo cuando me besa y visito los planetas que rodean la tierra cuando sus labios andan en mi entrepierna. Su cuello conduce a la pista de aterrizaje donde duermen mis sueños y el peso de mi cabeza es el balance que abraza con sus brazos. Sus dedos en mi cintura y en la entrada de mi espalda me erizan la piel provocando además una descarga de sensaciones que le roban una sonrisa al saber que me tiene al ritmo de su respiración. Entre su abdomen y su vientre existe una disputa mayúscula; cada uno quiere reclinarme la vida y ser una especie de descanso. Sus piernas me aprisionan con libertad, me dan calor y amor; sus pies las estacas de la fortaleza que compartimos y sus manos también. Sus manos dan más que eso. Sus manos aprietan las ganas, descosen las heridas, arañan lo amargo y transmiten deliciosamente el afecto perfecto. Sin margen de error. Le robo el aire que inhala al comerme los labios. Le regalo mi seguridad multiplicado por Pi (3,14) y se siente a un paso de romperle las dudas en la cara a la incertidumbre. Le doy tan poco entre tanto que no sé que quedo debiéndole a su piel. Mis caricias no sé que le producen, pero las suyas me disparan a la gravedad; andar en la luna nunca fue tan terrenal. Corazón. Sí, soy su Corazón, sin más. Palpito por dos pechos. Tengo doble desgasto pero larga vida.

1 comentario:

  1. Ufff, este si que es intenso, me dejaste sin aire desde la primera línea hasta la última....y con el deseo de seguir leyendo

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