el día siguiente

Mis bostezos del día siguiente tienen el color de sus ojos, el corazón estalla y aún así sigue latiendo con todas sus grietas; el sonido de su risa pone a bailar mis tímpanos y cuando me hace reír me regala un vuelo a la tierra de Nunca Jamás. No he andado por los rincones de su cuerpo pero me imagino que cuando se estremece es el verano hecho sensación. Si le mando un beso de buenas noches temo que se perderá al chocar de frente con su cara y no sabrá dónde anclar por su rostro bestialmente hermoso. Por eso estoy contándolos para un día dárselos de distintas formas, con el permiso del universo, desde un beso cálido hasta otro totalmente mojado. Sus manos apenas me han tocado y, en parte, me alegro porque no creo que pueda soportar otra cascada de fuegos artificiales por toda mi piel; me desarma y sólo quisiera que me abrazara por detrás, esperando que sus hilos me aten los descosidos que tiene mi alma.

2 comentarios: