principito

No te enojes, es que no sé cómo pronunciar las miles de ideas que me pasan por la cabeza cuando estoy contigo. Lo intento, pero me salen tonterías. Tonterías perfectas; no puedo controlar la vergüenza, me sonrojo... Y ruborizarse es una respuesta afirmativa. Cómo te explico cara a cara que en las noches me llevas al espacio, a Platón, así me aprovecho para visitar a "El Principito" también y me enseña de una forma distinta a cada millón de año luz todo lo esencial que es invisible para los ojos; me hace aprender de tus cosas, lo que hace que te entienda comprensiblemente y te comprenda extensiblemente, porque tú no lo conoces pero él a ti sí. Por él es que sé de tu fragilidad, de tu entrega y de tu amor, entonces me hace compararte con su rosa. Pero cuando él se escapa con los pájaros del invierno ella es la que me recibe, esa misma rosa que deja cubierta con tanto cuidado; y hablamos, hablo de ti y tus cosas, de que quisiera enmendar las fallas, no olvidarlas borrándolas sino pintarlas de colores pasteles para recordarme a menudo por qué sucedieron, por qué llegaron a tal punto, por qué te hirieron a tal grado y por qué te arropo con mis sandeces. A ti; sobre todo a ti. Tú no mereces que te duela, te moleste ni te irrite nada. Por eso me preocupo porque respires el aire, no el polvo; yo no quiero ser polvo. Yo no pretendo tocarte cuando no tengas ganas de abrazarme, tampoco mirarte si te faltan fuerzas para mimarme, pero seguiré a tu lado, a la derecha, a la izquierda, no importa. Es verdad que he aprendido tanto con él, no deja de sorprenderme; él no permite que mi sueño sea pequeño, que ni siquiera se compare con el de nadie. Por eso es que a tu lado mi vida es un carnaval; trajes de colores para los días grises, antifaces para aguantar la soledad, la tristeza, las flaquezas, y un sin número de accesorios que llenan los recovecos que nos terminan arañando las paredes del silencio cuando la distancia intenta ser el muro de Berlin. No me sobran las ganas de abrazarte por todo el cuello, apretarte, fuerte, acercar mis labios a tu oído y decirte que me completas, para producir en ti la necesidad de retenerme... Yo te domestiqué; hice como él, "El Principito", dentro de un centenar de rosas cultivé una sola y encontré lo que buscaba. He buscado con el corazón…
FlickR

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