cinco

Hola, por si algún día vuelves por este rincón, quiero grabar a fuego esta fecha con esta nota; no sé dónde estás, lo que es tu vida, ni los rastros que hayas dejado o las huellas que estés dejando, pero la madrugada del cinco del ocho del dos mil quince he soñado contigo, sin hablar de ti el día antes, sin buscarte, sin buscarlo, sin pensarte.
He paseado por una ciudad que era un caos, un metro repleto de personas y te he llevado de la mano, te he agarrado el alma, no he dejado de mirarte, no he parado de besarte todas las esquinas de tu rostro que no volvieron a conocer el amor en este lapso; no he olvidado decirte al oído que te amo mientras te sonaba un beso en pleno tímpano y me has cantado una canción que no reconozco pero que supuestamente era de Zahara.
He visto desde la acera un accidente de dos en una moto y te he tapado los ojos, igual no he dejado de contarte lo que ocurrió; nos han detenido para verificar nuestras identificaciones y hemos comprado los pasajes para pasar por donde tu madre a contarle cualquier locura porque eras una piñata.
Tenías la sonrisa más feliz de toda tu vida, me decías; eras yo, era tú, éramos lo que pedías que fuéramos dentro de cinco años hace unos años.
Hemos visto también un partido de fútbol en el que River Plate hacía un golazo desde fuera del área con una volea mágica y yo salía corriendo gritándolo a todo pulmón, pero luego nos empataban el partido en el último minuto en una Copa Intercontinental.
Tenía una camisa rosada, luego ha hecho frío, me he abrigado de negro, tú también, así que hemos salido a buscar un bus que nos lleve a casa y hemos visto la nieve acumulada en la alcantarilla. Te quise sentar en mis piernas pero preferiste hacerlo en el asiento paralelo para sentarte con las piernas en el pasillo, rotarme y tenerme frente a frente; sin complejos querías seguir consintiéndome con tus labios.
He desayunado chocozucaritas, abrazándote de todas las formas y besándote de todas las maneras.
El cinco siempre fue tu número, aunque no hubiera multiplicación de llegar a él que no fuera haciéndolo por uno, sí, uno, pero como hay cosas que no tienen explicación no quiero que existan las razones por las que hoy te he soñado, por las que hoy juega River Plate una final de cara al Mundial de Clubes, por las que tengo encima de la nevera una caja de chocozucaritas y por las que sigo viendo tu mejor sonrisa vestirse solo conmigo.
Me has contado que volviste porque quieres ser feliz y yo he querido llorar cuando desperté porque esto no tiene fecha de caducidad.

FlickR

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