Contigo he aprendido que hay momentos que te parten en dos; una parte que vive para calentarse con la mitad de tu cuerpo y otra que muere por alimentarse a diario de tus dedos. Y contigo he comprendido que hacer el amor tiene sabor a dulce. Y quiero un tiempo extra con tus piernas.
Después de descubrirte sé que eres un carnaval, pero yo no bailo en ese espectáculo, sino en las grietas de tus labios y en el pequeño pozo de tu rostro.
Me duerme el cansancio pero estás en cada escenario, en cada proyección de mis sentidos, a color, con distintas vestimentas, con tu piel haciéndote más inalcanzable y se torna tan casual; es cinematográfico.
Rompe mis vaivenes, despacio, y quédate a mi lado, que nos vuelva a pasar, que nos vuelva a brillar el despertar, a liberar mariposas en la burbuja del estómago y a baldearnos la espalda; eres el sueño despierto, la ola que arrastra la espuma, el fin del universo paralelo y la felicidad en el inicio y el final. La vida debería festejar la perfección de tus caricias y la noche servir de fondo para una descarga de fuegos artificiales cada vez que uno de tus besos termine en cualquiera de mis paredes.
FlickR
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