
A parte del estrés que azotaba mi cara, tu ausencia sonaba en silencio y la chispa de tus besos se quemaba en mis labios. Me niego a girar el disco, a poner otro, a cambiar de auriculares, pienso que voy a seguir escuchando la misma melodía no importa el momento...
A veces, dos discos pueden girar al mismo tiempo, pero necesitan ser llevados a otro ritmo para poder darse cuenta de lo bien que pueden sonar juntos. Podría explicarlo de mil formas pero no me sobran las ganas.
Prefiero escuchar el remedio de los días grises mientras tanto e imaginar que tus manos me tocarán especialmente la noche en que me prepares un concierto de sentimientos.
FlickR
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