leamos

Estoy ante lo inexplicable nuevamente y estoy segura que tú no lo has notado.
Es un peligro que me hables al oído y que me leas tus pensamientos mientras me río de tu sonrisa.
Ya quisiera leer en braille tus lunares y contarte todos tus lindos defectos, así quizás entiendas que debes dejarme abrazarte con mi vida.

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fragante

No importa lo que veas, es lo que yo interprete; eres extremadamente fragante, un choque ácido pero dulce. Te tomo hasta el último sorbo; mi vitamina C.
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cara dura a la vida

De todas las conversaciones que existen hoy día prefiero las que podemos intercambiar palabras con la mirada, con el lenguaje corporal; el resto me parece una rutina sin emoción. Tú sabes lo que haces y por eso lo haces tan bien.
Pensé que el futuro de mi historia pintaba mucho mejor, porque sabía lo que sentías por mí, pero alargar mi agonía tampoco era la decisión más inteligente; apuesto a que nadie ha vuelto a describir tus manos y adornarlas con halagos cada dos por tres, a disfrutar tu rostro mientras te das un copazo, respirar tu humo, tu felicidad, ni a escribirte una nota.
Mírate, haciéndole cara dura a la vida; mírame, fumando los colores en el fondo de tu sombra. Nunca perdemos todas las ilusiones y si andamos raros es porque estamos felices.

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bailarina mía

Bailarina de primera, modelo del mundo, princesa de mi vida, en tu tutú, haciendo tu mejor función, corriendo por los escenarios del día a día; es sacarse la lotería, es evadir los problemas y saltar los desazones de algunas horas. Lo tienes todo fríamente calculado, cargas puesto el sol, los vuelos para volarme la cabeza y te contemplas para provocarme una catarsis griega. Me despojas de mis expresiones. Ya quiero ver el caminar más fino y femenino de la tarima de las colecciones. Me retiro por hoy, me voy a ocupar, voy a por mi tiempo de locura, de mi obra de teatro preferida.
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el olor de tu flor

Tu piel es una docena de nubes, tu pelo es una cometa y tu boca es un acordeón; soy tu viento mecánico, mi aliento tiene el olor de tu flor y mis manos van a contarte que nada es ordinario en ti. Mi diario tiene el mismo número al pie de todas sus páginas; quedas tú y no pretendo controlar el volumen de mis ideas. No voy a enderezar tu rostro, te miro por fuera y te incendias por dentro. Mi ojo es el genio mundial de la vida pero mi primera pisada no lo sabe.
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