grito

Grito, no sé dónde se ahogó la esperanza, no hay cielo que tocar, ni deseos para pedir a cambio; grito, me dejaste sin cuentos, escondimos las manos y los caminos para andar; grito, me declaré un trastorno, ando dejando caer las sonrisas, haciéndolo ligero; grito, es una manía, un estado puro, alivia exquisitamente; grito, luego florece la picardía, los chistes y pruebo tu grandeza; grito, en una foto, un momento, un cuadro, con arte; grito, suspiro, me desnudo, sin calor, no es vagabundería, es libertad; grito, no hay suelo sobre el cual flotar, ni banda que correr, no da gusto; grito, tengo ganas de despertar, arrancar el fantasma, vestirme de payaso todos los días y hacer un contrato con las cosquillas para que no grites más.
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cerezas

Recogiste del jardín tus cerezas, en plena primavera, viniste a contarlas delante de mí y lo que iba mal también; más que todo y menos que nada, reencontrarnos era el propósito, continuar superando lo insuperable, cuando en realidad no tenías nada entre las manos. Lo peor es que ahora tienes toda la razón, entiendo que no siempre nosotros somos el bueno y tú ya quieres otra cosa. Hay verdades sostenibles, esas que nos creemos al repetirlas constantemente, pero yo no tolero ni quiero una mentira consentida. Mejor mira para adentro, encuentra un mundo, son buenos tiempos para las cosechas, está en tus manos, porque "que seas feliz" fue la despedida ideal, porque el trazo perfecto es saber que "tengo mis días" y por eso a veces no se deja de girar en el mismo eje.
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carmín

Traes tu cuerpo y una entrada sin objeción; dejas que tu piel hable sola, hay ternura, carmín, naturalidad, expresión por partida doble y todo gira entorno al placer de mirar, de mirarte. Estoy a salvo.
No debería existir la superposición en ti. Me dejo perseguir de tu mirada.
Te desbordas en alivio, tu rostro no tapa mentiras, tu traje esconde una escultura y transpiras sensibilidad; es una verdad absoluta.

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abriga los temores

Tu atuendo es una aventura peligrosa, abriga los temores, pero le das valor a lo conservador; la seda no tiene precio en tu piel y por cada pieza que quite me va a liberar más del suelo. Preciso estar a tu lado, a tu alrededor, a vuelo de pájaros silvestres, buscando una colisión de cuerpos, de universos paralelos; preciso una batalla con los restos de tu nostalgia. El destino ha sido generoso, me ha dejado conocerte, cavar en los poros de tu rostro encontrando sal amontonada, color en tus mejillas y la vida hecha una marina donde anclar. Hay una rambla entre tus cejas donde quiero sembrar un beso o hacerlo mi paseo central para desvelarme soñando. Lo tendría todo. Todo. ¿Qué tal si lo hablamos antes de seguir escribiéndolo?
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mona mía

El rostro más fotografiado por mis ojos, enigmático, 'grosso', presumido, y no es la mona lisa, es la mona mía.
No necesitas paisajes detrás, ya está esa sonrisa irracional, la mirada espacial, y especial también; si entramos en más palabras el detalle de tu mirada es un deseo de cumpleaños y el de tus labios un lujo de los Champs-Élysées.
Me llena de ira la poesía porque me acojona decirte tanto; pensaba que para tenerte súper cerca sólo bastaba con quererte bien libre, pero me equivoqué. Y no con quererte así, sino con lo que pensé. Ahora eres atracción del mundo, te descosen a su manera, pero haces estragos solamente en mis pensamientos. Te quise hasta pensar que iba a explotar. El destiempo no es sensato. La culpa no es amable. El perdón es benévolo.
Y ahí estás, siendo una diosa, refinada, alegre; lo mejor de ti es que no respiras la vida que el sistema quiere que vivas. Si es para vivir contigo, entonces mejor no morirse jamás por ahora. Que la alegría llegue para quedarse.

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un par de botas

Con un par de botas ando entre las nubes, la última vez me encontré un tornado, quedé desatada y toda manchada, quién sabe si por el sol o una lluvia seca. Sobró el viento, el desorden, el desastre, los escalofríos; no me preocupé, es lo que vemos sin mucha suerte todos los días, pero ahora sólo me apetece disfrutar tu compañía.
Nadie tiene las intenciones de conocerte como yo; estamos a un toque de jugar juegos, de decir que me pellizcas la panza, y eres incapaz de notarlo. Has de saber que siento algo nuevo en mí y si duermes junto a mí no te peines, no te gusta, lo sé, así que no lo hagas, para que estés de buen genio.
Te dejo guardar tus secretos en ellas, hay espacio para echar los pies a andar y acurrucar los sueños; fíjate que no quiero inventarte una prisión a mis pies, solo has de saber también que no voy a desperdiciar tu valentía.
Sin ataduras, aunque tropecemos, sin apretarnos, aunque queramos abrazarnos luego... Eso, eso vamos a hacer.

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tu pendiente

Es la hora de expresarse, de mirarte, de rebelar mi tortura, de pedir un deseo al sol cuando amanezca y no a una estrella fugaz, de ser el pendiente que embellece el resto de tu marco facial y también el preferido en tu agenda.
Es una nueva historia, más "old fashion", aquí, ahora, atípica; ponte lo que quieras de mí, mi tatuaje, mi sonrisa o mi confianza y vamos a pasear por el Duomo, en vida, sin reversiones y, al mismo tiempo, borremos mi onda antipática en nuestro primer encuentro, el desierto con el que te abracé y el sudor de la gente amontonada.
Voy a hacerte un rendibú y con esto me marcho: tu rostro es una galería de arte y debajo de ese lenguaje corporal no hay cargos de conciencia.

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la felicidad en un puño

Te he visto en sueños, eres transparente, las mismas cualidades sobresalen en fotos y en persona; te abrazas a la naturaleza, sonríes sin que el mundo te devuelva una salvación, te duerme el sol, todo parece florecer en tus manos, andas con la felicidad en un puño, lista para ser regalada, compartida, y te admiro a gritos en secreto.
Me deshonra no saberte más, debo convidarte a entrelazarnos una tarde libre, y que no estés de espaldas a mis ojos miel. Es el plano perfecto, me conquista, es una fantasía y no se agota si no me arrancas de raíz.
Puede ser, también no, pero me ganaste, así inalcanzable, elemental y natural.

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mi Frida es un escándalo

Ellos lo notan, me conocen, de pronto tengo una cascada en la boca, apenas puedo comentarlo; habrá que ver cómo puedo manejar mi voz y ocultar los nervios mientras mis ojos no disimulan mi encanto por tu buen gusto bohemio. Tengo que decírtelo: eres un temporal de belleza, el ojo de un huracán y prefiero llamarte por algún apodo para no caer en el abismo de ser una más del montón.
Le tengo celos a todo lo que te adorna, al trapo que te abriga del frío, a las manos que cuelgan de tus orejas, al sol que le da otro color a tu cuerpo, al bostezo que desprendes del cansancio, a la almohada que usas entre tus piernas al dormir, al café que moja tus labios, entra por tu boca, pasa por tu lengua y termina donde pueden volar tus mariposas. También tengo envidia del lápiz que se atreve a marcar una línea en tu vida, a los restos del carmín, a las horas que se quedan presenciando tu trabajo, a la cámara que te devuelve la imagen de la mujer maravilla y aumenta tu vanidad. Cosmopolita. Medio rara. Al borde del misterio.
Te ovaciono con aplausos porque tu aire es escandaloso y te brindo con champán porque es lo más cerca que estaré de interpretarte lo que provocas.

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mañana soy feliz

En enero pude descansar las palabras, pincelar el recuerdo, saber un poco más menos de ti y ahora febrero me deja combinar la ropa interior con las medias para dormir o la sonrisa con el peinado.
Ya sabemos que evitar escribirlo es ocultarlo y reprimirlo, así que prefiero admitir y aceptar cualquier sentimiento; que deseo cambiar un aviso de las redes sociales de que sigues con vida por un abrazo o una mirada. Eso, no más.
Hay un sendero sin puerta, da a un encuentro, a una guerra, a una mesa, a mis cartas y a todas tus fotos, y ya hay paz, hay vida nuevamente, hay locura; falta romper el silencio, pinchar el atrevimiento o pegarle a la suerte. Ya no me pareces predecible, ya no sé cómo funcionas y es mejor así, porque si no eres frágil para mí, tampoco para el mundo.
No he vuelto a encontrar una flor de servilleta, ni una voz en mi inspiración, ni un grito de placer por teléfono y tampoco unas pupilas donde quedarme, pero si un rascacielos que quisiera escalar, subir a mordidas. Mañana soy feliz. Ya verás.

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tu boca es un trampolín

No tengo una frase motor, sí tengo un corazón que bombea sangre a tu interior hasta iluminar tus ojos de brillo, si te dejas. Quiéreme ahí, contigo. Luego me das las gracias por pedirlo. El cuento lo podemos contar desde que elijas pensar menos y hablar más; hacemos el prólogo al hablarnos sin palabras; mirarnos por completo, repitiéndonos sin peso, puede ser el primer capítulo; besarnos carnalmente despacio, el segundo capítulo; quitarnos la ropa en presencia, no sólo en cada cabeza, sólo para tocarnos, el tercer capítulo... Para empezar...
Tengo malos sueños porque los gatos tienen sexo en mi tejado y sé que podrían tenernos envidia de sólo escuchar algunos besos sedosos. Y que después se enteren que tu boca es un trampolín, salto, reboto y vuelvo a caer buscando conocer más. No vamos a complicarnos tanto, comencemos con pensar menos y hablar más, e intenta provocarme la siguiente nota.

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