quédate con lo que quieras

Esta estación fue testigo de que cuando empezaba tuve la intención de hacerte entender que querer implica prometer y que la inmensidad no se deja en cualquier cama, mucho menos con cualquiera. Quizás no tomaste mis palabras en serio y no es mi culpa que no lo hicieras, sino de que dejaras de creer. De camino a ti jugué toda la mañana, pegué fuerte con mis piernas, me lesioné la rodilla, pude regresarme a casa pero sabía que al final del día nada superaría la sensación de sentirme a salvo entre tus brazos. También sé que el post no fue lo mejor y te dejé con un disgusto irreprochable, lo recuerdo como si fuera ayer.
Después volvió a pasar con la misma intensidad y con arrebatos de dudas, además de una despedida brutal escondida en el armario que nunca tuvimos, fue tan complicado de comprender y ahora mi bálsamo es que el tiempo lo minimiza todo. Boto balones tres días a la semana y me quedé con la sombrilla que te ofrecí en estos días de lluvia a venir. Me dormí en ti, desperté con la pesadilla de no poder mirarte más fijamente pero no quiero repetir este naufragio sin explicaciones por tanto tiempo. Dejé todos mis dedos separados esperando que los tuyos cayeran sin gravedad aprendiendo que no puedo confundirte entre tanta gente y sentir más de la cuenta. Quédate con lo que quieras, que yo igual ya te guardé como a nadie.

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ánimo

Emigré un día que se alistó y se vistió de negro, me fijé que el marco de uno de sus ojos hacía verlo más pequeño que el otro, una de sus cejas se arqueaba más que otra y si bajaba la mirada me encontraba con un pozo donde escondía toda su magia. Sus ojos son marrones, pero deberían de llamar más la atención, son luminosos y sirven de guía aún cuando duerme.
En ocasiones sonreímos para capturar un momento, darle la virtud de que sea uno feliz, un buen recuerdo y que tenga su intento de imagen eterna, pero yo sonreía interminablemente por dentro y por fuera al ver su sonrisa, grande y esplendida, era un escándalo disfrazado de alegría.
Hay rostros que no mienten, son tan predecibles que acaban con cualquier mentira, por eso valoro y respeto lo que siento. Vuelve a sonreír con los ojos y vuelve a mirar con la boca. No te quiebres, ánimo y fuerza.

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