mesa para dos

No sé qué aguanta más soledad si una mesa vacía para dos o una con dos personas despidiéndose.
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la luz que me detiene

El pincel de mis colores preferidos, el libro que leo todas las noches, el espejo de mis virtudes, mi estación favorita del año y el volumen II de "eso y más". Y aún así floreces en cada frase. El tiempo que me cuenta, las manos que me descuartizan, la boca que pide para cumplir deseos, los ojos que ven el mundo por mí, la bomba de mi corazón y la debilidad que me parte en dos. Así creces en mí. Los brazos que me comprenden, el sudor que corre por mi piel, el calor que me aviva, la piel de gallina después de un gol, las grietas en la silueta de mis labios y la risa que me hace feliz. Y sigues floreciendo a ciegas. La proyección de mi futuro, el cielo que amanece en mi ventana, mi lámpara en la oscuridad, la luz roja que me detiene y la vitamina que necesita mi cuerpo. Eso y más alcanzas a ser. El barco que me navega sin velas, la llama que me enciende sin fuego, los poros llenos de tranquilidad, las pestañas que preservan mis retinas y el escudo que llevo en el pecho. Vuelvo a repetir qué eres para mí. La puerta que se abre sin torcer el llavín, los besos que vuelven a darme una vida más, la mirada que alimenta mis sentidos, el adiós que no conoce la salida y el mapa que me encuentra. Puedo continuar. El manual de mis instrucciones, el último latido que se sentiría en la piel después del orgasmo, el suspiro que se queda sin aliento, el gemido que se pierde en mis oídos y las manos que me consienten. ¿Qué más quieres ser?
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un cielo extraño

Una tarde de verano con un cielo extraño de techo volví a comprender que seré una ilusa mientras me siga envolviendo hasta las pestañas del amor. Igual lo prefiero así; soy feliz así. Nunca supe querer distinto. También supongo que me queda claro que los círculos no tienen fin, pero sí tengo la capacidad de detenerme para no continuar dándole vueltas. Me hiciste creer en las casualidades de otra forma pero te probé que para que sucedan teníamos que estar ahí. Esa tarde tu beso en la mejilla me descompuso; sé que quisimos tratar de entregar los suspiros que nos robamos aun con aquel silencio de por medio lleno de furia. Tu abrazo fue un tornado, me supo enfriar los pies, calentar el pecho hasta que me tembló todo el cuerpo y apenas tuve fuerzas de subir mi mano derecha para tapar mi boca, porque no creía lo que seguías produciéndome. Fue un arrebato de equilibro mirarte, que te colgaras de mi cuello y sentir tu pecho cerca del mío. Tu olor en el aire, en el viento que pasó y en aquel respiro enloquecedor. Y esa sonrisa después, a media vida en una foto, me elevó a jugar cómodamente entre las nubes. Te había dejado tanto en tan poco. Para el record de los recuerdos, tu boca fue la puerta a los pasillos de mi alma, sus paredes me sirvieron para expresar frases mucho más emotivas que las de acción poética y tus ojos me compraron todos los sueños que guardo de Nunca Jamás. El amor es una palabra muy pequeña y lo seguirá siendo, pero la nobleza de lo que hay detrás sólo se conoce con el tiempo.
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eso y más

La fiesta que me pierdo, el gran día que siempre se espera, el antojo del paladar, las horas que no vuelven, la cultura de mi mitología, la ilusión que saluda con entusiasmo y se despide con la tristeza que no sabe describirse, la ventana que da a un cielo azul y las huellas que dejan mis pies. Eres. Eso y más eres. Mi cuento de hadas, la piel que arde conmigo, los ojos que me dan puntos de vida, las manos que agarran mi felicidad, el rostro que descansa en mi mano, la complicidad que no miente y el motor de mis impulsos. Eres. Todavía eres eso y más. La imperfección única, el mundo que viaja conmigo, la mirada llena de enormidad, el sueño de mi locura, el temblar sin control, los besos esponjosos, la luna de mis noches y la suerte que encontré en un pajar. Eres. Todo eso eres y puedo seguir. Los números de mi combinación, el pecho que se abre con suavidad, la tranquilidad que me roba el estrés, la voz que endulza lo sin sabor, el abrazo que me toma por la cintura con delicadeza, el miedo que se rompe con un "Hola", los recuerdos que revivo con muchas sonrisas y el suspiro que llena los pulmones con aire de colores. Eres. Simplemente eres. La novela de final feliz, los deseos compartidos, los labios más dulces en la mejilla, mi despertador con la hora más oportuna, la quinta línea de este párrafo, las palabras que no sobran, el sentimiento recíproco y la boca por la que pido más. Eres.
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