impermeable

No sé si me entiendes bien o mejor que nadie; yo te recuerdo y sonrío, debería de ser todo lo contrario, ¿no? Pues no, sigo exprimiendo de a gotas tu olor, tu mirada, tus risas, para saborearlo igual: gota a gota. Me acuesto temprano para escaparme por la ventana de mis pestañas cuando el resto duerme, salgo a encontrarme con las estrellas que se sentaban en tu balcón a observarnos y hablo con el oscuro de la noche para que vuelva a distraerme con los cuentos nuestros, esos que se quedó e incondicionalmente se guarda para la eternidad. Y es que se me hace agua la boca cuando me dice que mi sombra aún de noche te echa de menos y que durante el día corre a adormecerse con la tuya en tu siesta transitoria.
Parpadeo más de lo normal con la excusa que entre uno de esos segundos cierre los ojos y te vea a todo color en el teatro de mis sueños, ese en el que tu papel principal se reduce solamente a hacer que mis ojos brillen. Si estuviera entre la espada y la pared eligiendo un momento, sería cualquiera de esos en los que te tuve entre mis brazos. Fue mi mejor regalo y lo será. Que por eso te he empezado a construir una escalera, esa que te permita subir, subir, subir y subir, para que puedas encontrar lo que quieres y necesitas. Tú no te preocupes, su diseño es infinito y te prometo que de compañía siempre tendrás pájaros silvestres. Además, no importa quien te desquiera o si el día está nublado, o si llueve, o si hace frío, porque ya te he comprado un impermeable lleno de abrazos.
He cerrado los puños bien fuerte hoy, porque he tenido la sensación extraña de que tus caricias se me estaban resbalando por las manos y yo no quiero perderlas, quiero que siempre me recorran. Y quiero que cuando te escuches suspirar, inconscientemente, no se te queme el respirar.
FlickR