nos queda tiempo

A veces debería enseñarte también las notas que no me atrevo a publicar pero que llegan a tu buzón, sin dirección, sin código postal, sin sellos. Sin mentirte creo que se convierten en cometas; cuando vuelas cometas se restaura el mundo junto a sus pinturas de temporada y toda mi atención es tu mundo, tus pasos. Desde que te conozco te invito a cenar al cielo, a besarte en el mar, a tocarte sobre las olas y a nadar en tus labios; desde que te abracé la playa se refleja en tus ojos y tu piel se vuelve una fantasía, entonces vivimos en el país de Nunca Jamás por un segundo, por un minuto, por una hora. También en Platón. Me quedo en ti, es mi momento feliz; te quedas en mí, es nuestra hora feliz. Son los abrazos, que se dan por siempre; son los bailes, que se graban sobre la mesa; son tus manos, tus dedos y tocarme con ellos me transporta a las nubes, no puedo evitarlo. Todo se vuelve un gran cuento, sin soñar, sin encerrarse, sin contarlo; yo me siento segura, con mi espacio, con mi tiempo, contigo, sin tenerte. Pues, uno quiere que esas cosas sean por siempre, solo se sienten divino una vez, como ver la foto de la Mona Lisa, encender una vela en la iglesia de Notre-Dame, subir a la Torre Eiffel, andar en los pasillos del Santiago Bernabeu, sin marginar detalles. Nos queda tiempo, ¿sabes?, al menos todavía, parar el mundo, contemplar, disfrutar, arder, salir y arder. Más que nada.
FlickR

O.I.A.

No escribiré de techos azules, de cruceros, ni de Peter Pan o Messi... Si me invento las cosas que no siento terminaría quitándole protagonismo a Pinocho y no es bueno mentir cuando se siente de verdad. En realidad, es mejor no hacerlo en ninguna circunstancia. Te cuento que estoy colgada de ojos al mundo de lunes a domingo porque... El orgullo nunca fue mi mejor aliado, siempre creció con garras; te saca de razón, te entierra y a veces te ciega. La inocencia siempre me delata, nunca supe controlarla; te envuelve en la vergüenza, la timidez y a veces te maltrata. El amor, el amor es. Fue la primera palabra que pronunciaste y me sacudiste las pestañas, tanto que quisieron bailar tango en mis mejillas.
O. Ahí estas tú, imponente, antes de cualquier punto, y eres. Cuerpo cálido, alma volátil.
I. Ahí estoy yo, infantil, después y antes de cualquier punto, y sigo siendo. Ojos marrones, manos mágicas.
A.l final estamos bajo el mismo letrero, haciéndonos los locos, jugando con la vida y sus putos pestillos, pero acariciándonos los tobillos y creyendo de una vez por todas que el amor nos hace compañía eternamente.

besos de sal

Una vez me propuse salir a recorrer el mundo, a pie, por tierra, dando pedales también, por aire o en algún velero; mejor hacerlo por mar por más que te pueda traicionar Poseidón y sus diosas vanidosas. Esa era mi intención, dejando todo lo innecesario detrás cada día, justamente haciendo de telón esas velas blancas que me llevarían a otros puertos, hasta que me paraste en seco y el mundo dejó de ser mundo. He dejado tanto en esas coordenadas, o latitudes, que no sé en realidad qué vaya a volver a necesitar, pero el mal tiempo frena y te deja sin ganas muchas veces de querer guardar en un baúl ciertas cosas. Lo ideal sería tenerte y después amarrarte a los nudillos bien fuerte, no con voluntad de hacerte un esclavo de soles, solo con el deseo de que los malos augurios no te devuelvan a tierra firme, lejos de mí. Y darte un mapa que te lleve a los fondos de mi silencio, y al azul, profundo, de mi cuerpo. Yo te llevaré por cualquier océano, estrenando el amanecer en mis abrazos y respirando cada color delicioso de un atardecer con sabor a besos de sal.